Boris Johnson, primer ministro de Reino Unido ha anunciado un proyecto centrado en la inversión masiva en centrales de eólica marina. De este modo, se espera que de cara a 2030, todos los hogares británicos dependan de esta energía.
Asimismo, el ministro ha comentado: «Tu tetera, tu lavadora, tu vitro, tu calefacción, tu vehículo enchufable, todos ellos obtendrán su energía de forma limpia y sin sentirnos culpables gracias a las brisas que soplan alrededor de estas islas».
Para poder cumplir con el objetivo de que todos los hogares funcionen a partir de la energía de esas centrales eólicas en 2030, será necesaria la producción de al menos 40 GW de energía. Para poder cumplirlo, serán necesarias muchas turbinas eólicas marinas.
Reino Unido realizará una inversión de 175 millones de euros
El compromiso anterior, anunciado en marzo de 2019, era el de llegar a los 30 GW en 2030. Sin embargo, el propio Johnson anunció meses después que su intención era ir aún más allá y llegar a los 40 GW de producción de energía eólica marina.
Para alcanzar el comentado objetivo, Johnson ha indicado que el gobierno llevará a cabo una inversión de 175 millones de euros en fábricas que desarrollen «la próxima generación de turbinas» o aerogeneradores. Asimismo, entre estas turbinas estarán modelos flotantes con capacidad suficiente para generar 1 GW de energía eólica marina en 2030.
Reino Unido y la eólica marina
En la actualidad el Reino Unido cuenta con una producción que ronda los 10 GW. Si comparamos esta cifra con España, que ronda los 26,48 GW de potencia instalada, podemos comprobar que la eólica marina en Reino Unido necesita potenciarse e instalar un mayor número de turbinas. Concretamente, según los analistas de Aurora Energy Research, será necesario instalar unas 260 cada año en los próximos cinco años, una cifra ciertamente elevada.
Este anuncio, forma parte de una serie de medidas dirigidas a impulsar las renovables de forma muy notable en el Reino Unido. Asimismo, entre esas medidas se está estudiando la posibilidad de retrasar el veto a los vehículos con motores de combustión, que se había establecido para el año 2040 pero que se podría mover a 2045 o 2050, justo cuando se quiere alcanzar la neutralidad de emisiones.
